Del día de impass al día del by-pass

Ahora mismo estamos volando, por suerte, hacia Phuket.


Y digo por suerte, porque lo que era un día tranquilo, un día para malgastar en Bangkok, después de haber llegado en el tren a primera hora de la mañana, rematando detalles de cosas que nos perdimos los primeros días, al final por poco, nos hace quedarnos en la capital, quien sabe hasta cuando.

Hemos empezado bien el día visitando la casa de Jim Thompson, un americano que se estableció en Tailandia después de la segunda guerra mundial, y se construyó una casa basándose en los diferentes estilos de la arquitectura tradicional tailandesa. Como vió que la casa despertaba un gran interés, decidió abrirla al público, y como a él dinero no le hacía falta, con el dinero de las entradas montó la fundación que lleva su nombre que realiza ayudas locales. Hoy 40 años después de su extraña desaparición, la casa sigue actuando a modo de museo, e incluso existe una linea de ropa que lleva su nombre.

Después hemos visitado los alrededores de la plaza Siam, una zona completamente diferente a las que habíamos visitado hasta ahora, ya que se basa en bloques inmensos de cemento y creando esa especide de ciudades futuristas de los 80 como Osaka. El barrio está lleno de centros comerciales, por los que puedes ir cruzando las calles y evitar el calor del exterior. Un detalle de los centros comerciales es el hecho que sólo anuncian las primeras plantas, diríamos las que venden los productos ‘oficiales’. En el MBK sólo había mapa de cuatro plantas, de la quinta a la séptima, era todo mercadillo, cines, restaurantes…

Una vez nos hemos refrigerado lo suficiente, hemos tomado un taxi Klong, los barcos que surcan los canales pequeños, estos no son como los turísticos que navegan por el río que en cada muelle paran ‘con la calma’, estos los utilizan los ‘Bangkuences’ para ir a trabajar, y, o te montas rápido, o te esperas al siguiente…

El klong nos ha dejado en el barrio musulmán de la ciudad, en comparación con los edificios de la plaza Siam, aquí las casas eran bajitas, humildes y de madera, pero se veía mucha más vida (que no personas) que en el anterior, es curioso como cambia una ciudad en poco más de 1km. Mireia ha aprovechado esta parte del paseo para regalarse con una cantidad de instantáneas de los rincones más curiosos que ha encontrado.

Y poco más, que nos hemos puesto a chequear internet, y a las 18:00 cogíamos un taxi para el aeropuerto, el vuelo era a las 20:30 teníamos tiempo… y a las 18:50 seguíamos sin haber salido de Bangkok del caravanón que había, y a las 19:10 tampoco, aquí los corazones ya iban a tope, perder el vuelo era tener que cambiar muchos planes… suerte que una vez hemos llegado al peaje todo ha ido muy rápido, sobretodo el taxista, y aunque justos, hemos podido hacer el check-in sin problemas.

Y aquí dejo de escribir que pasamos turbulencias.